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jueves, abril 18, 2024

Emprender (no siempre) es cosa seria

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Hoy en día está muy de moda ser emprendedor, pero ni los emprendedores ni los emprendimientos son de esta generación, ni siquiera de la pasada (aunque fue ahí donde empezaron a brillar). El emprendimiento data desde mucho más atrás. 

Originalmente, el término emprendedor se refería a aquel aventurero valiente -generalmente del viejo mundo- que se embarcaba en un viaje hacia nuevos horizontes, lugares por completo desconocidos, donde quién sabe qué destino les esperaba. De hecho, el propio término de empresa tampoco tenía la acepción que hoy en día tiene para referirse a los negocios. De acuerdo con la RAE, la primera definición corresponde a una acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo, justo lo que implicaba aventurarse a descubrir el “nuevo mundo”. Así, a finales del Siglo XV, los primeros emprendedores llegaron a América y encontraron esta tierra fértil llena de riquezas; opiniones aparte, el resto es historia. 

Pero ¿cuál es la diferencia entre el emprendedor de entonces y los modernos emprendedores de café, computadoras portátiles y los famosos coworking?. En esencia, ninguna. 

Y es que el emprendimiento sigue teniendo esa característica fundamental; la incertidumbre. Navegar en la incertidumbre es entonces cómo ahora una de las virtudes más grandes del emprendedor, vislumbrar un camino donde aún no lo hay, seguir los impulsos que dicta esa extraña combinación de la fe y la razón para hacer hasta lo imposible por alcanzar ese objetivo que dio origen y sentido a todo el esfuerzo realizado. 

Emprender nunca ha dejado de ser cosa seria, en los viejos tiempos se podría decir que incluso se arriesgaba la vida ante la posibilidad del naufragio. Hoy quizás no se arriesga la vida, pero si otros factores importantes; tiempo, dinero y esfuerzo, por mencionar sólo los principales. 

Es una disciplina que exige compromiso y esfuerzo. Quien crea que emprender es cosa de juego, está un poquito equivocado. Y digo un poquito por qué la vida no es blanco y negro. Es cosa seria porque todo emprendimiento implica un riesgo. Pero también el emprendimiento tiene una parte divertida, y es que emprender no sería tan atractivo si no te permitiera dedicarte a aquello que te apasiona. Una frase atribuida a Confucio dice “encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar el resto de tu vida”. Y es que cuando algo te gusta, siempre se le encuentra el lado amable, el lado divertido, el lado que lo hace entretenido más que llevadero. 

Ahora, no todo es riesgo. El emprendedor moderno cuenta con muchas herramientas metodológicas (de las que hablare más adelante) que podrían parecer auxiliares, pero que son fundamentales para minimizar la posibilidad de fracaso.  Indudablemente habrá días en que todo se complique, y probablemente el propio proyecto nos ponga en situaciones incómodas, pero pasado el momento de la crisis, viene la reconciliación. El emprendedor, debe estar también abierto al aprendizaje y al cambio. En la medida que sea perceptivo, tendrá la justa capacidad para dar un golpe de timón y salvar el proyecto. 

En la actualidad, emprender sigue siendo una tarea admirable, una actividad propia de valientes y arriesgados que deciden embarcarse en proyectos prometedores, que muchas veces llegan a buen puerto y otras tantas naufragan en el propio ecosistema emprendedor.  Emprender es encontrar un camino donde antes no había nada. Emprender es el noble oficio de los inconformes, de los que notaron que algo le falta al mundo tal y como está y decidieron crear algo innovador y disruptivo para mejorarlo.

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