A mediados a fines de los 90, fui parte de una pandilla de chicas que invadió casas suburbanas en la mitad superior de Nueva Jersey. Dejamos nuestra ropa esparcida por varias superficies en sus sótanos alfombrados, comimos sus snackwells en las maderas y escribimos notas extrañas a sus incómodos hijos mayores. Algunos de nosotros nos quedamos despiertos toda la noche, riendo y conspirando, y algunos de nosotros, inexplicablemente, queríamos irnos a la cama a las 9:00 p.m. durante días después, captaría el débil olor de baño y cuerpo funciona con azúcar tibia de vainilla.
Period la edad de la fiesta de sueño preadolescente, y se podía escuchar venir del riff de sintetizador de “Youngsters in America” de Kim Wilde. Es la canción que se abre Despistadoque fue el alquiler VHS preferido para las mejores pijamas a las que asistí. Éramos los hijos de América, incluso si estábamos más cerca de la definición de Nickelodeon que la de MTV, y Despistado ofreció una visión esperanzadora de la vida más allá de la escuela secundaria. Todos queríamos ser Cher Horowitz, favoritos, populares, ricos y, sí, incluso amables, y no fuimos los únicos.
